sábado, 29 de marzo de 2008

Reseña de Darwin en las Galápagos en ABC

Otra vez es Mateo, scout de la escritura para mí, también de mis escritos, quien me llama. Esta vez para decirme que hay una reseña de Luis García Jambrina en ABC hoy sobre Darwin en las Galápagos. Qué lujo que a uno le lean así. No es cuestión de dar las gracias (como no lo es de responder ácidamente cuando la reseña es negativa) pero me gusta cómo me ha leído García Jambrina. Me gusta especialmente la conexión que establece con Viaje al ojo de un caballo, pues, sí, uno es la cara y el otro la cruz, la cara y la cruz de esta moneda que en este medio del camino de mi vida son estos dos libritos. Cita los poemas más importantes, habla un poco de quién soy y lo que he hecho, incluso se despide con ese párrafo final tan sugerente sobre el papel que está llamado a desempeñar el poema en prosa en la renovación de la lírica. Todo un lujo para un escritor en ciernes como pueda serlo yo. Respecto a ese párrafo final de la reseña, de nuevo me viene a la cabeza aquella feliz idea de Goethe, la morfología trascendental, la forma venciendo en la naturaleza dando variedad formal a unas y otras especies, el magma de la prosa como núcleo morfológico de la poesía. Su triunfo, sí. Mi Victoria.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Enhorabuena por la reseña.

Un abrazo.

Carlos Jiménez Arribas dijo...

Muchas gracias y abrazos.

Mario Fadanelli dijo...

Estimado Carlos,

Este es mi segundo comentario que le hago, y ha sido una sorpresa verlo ahí en esas dos columnas, que ya he recortado como una hoja de roble y he guardo entre las páginas del poema homónimo del “Darwin en las Galápagos”. El que reseña se ha portado bien, la verdad, para qué negarlo. Pocas veces un poeta premiado con el cariño de una editorial como DVD, bien tratado en ella, querido y admirado, sin necesidad de “ensombrar” a nadie, un poeta, vaya, que prodiga el BEATUS ILLE QUI PROCUL NEGOTIIS, es decir, un poeta como es usted, alejado del mundanal ruido, pocas veces, repito, ha sido tratado tan bien, con tanto acierto, en un suplemento de un periódico como ABC.

Si hay algo que admiro de usted es precisamente la práctica de esa dicha latina, además de “ser” alguien que tanto en su vida literaria como privada, se adoctrina en el AUREA MEDIOCRITAS, o dorada medianía. Parecería injusto no decir a qué viene tanta cita del tiempo de los Austrias; precisamente por ser usted un poeta clásico, para mi gusto, por su estilo llano y sus referencias a la “vida” y al “arte”, prefiriendo lo humano de la vida, claro.

Si un día escogiera un seudónimo para entrar en mi blog recientemente creado, por favor, llámese Vidarte, pura conjunción.

Saludos cordiales,

Mario Fadanelli

Carlos Jiménez Arribas dijo...

La vida es un arte, amigo Fadanelli. Muchas gracias por su comentario. Durante mucho tiempo pensé que toda mi vida había sido un esfuerzo por exceler, ese verbo que no existe en nuestro idioma, pero que remite al adjetivo excelente. Sin embargo, sí que es cierto que mi vida en realidad tiene ese aura de la medianía.
Visitaré su blog, con o sin pseudónimo.
Muchas gracias otra vez y un abrazo.

Anónimo dijo...

Interesante reseña. Los reseñadores no suelen tratan así a un joven poeta, más bien lo contrario, lo denostan sin problemas ni prejuicios. Su libro me ha gustado. Suerte con todo,
Belén

Carlos Jiménez Arribas dijo...

Gracias, Belén. Yo no me puedo quejar, las reseñas nunca me han tratado mal. Me han reseñado más trabajos de edición que de creación, pero no me quejo. Dado como está el panorama es un lujo que saquen reseñas de uno y además relativamente próximas a la salida del libro. Muchas gracias de verdad por tus palabras.

paola dijo...

que orgullo que habrás sentido cuando te nombro en la reseña. Realmente escribe muy bien y su libro sobre los Viajes a Galapagos fue interesante. Pocos autores escriben con tanto misterio y a mi por lo menos me genera nostalgia

A principios de julio de 2006 salí de Madrid rumbo a Mongolia. Iba a pasar tres semanas observando al último caballo salvaje del planeta (Equus Przewalski Poliakov, takhi para los mongoles), reintroducido con éxito en el Parque Nacional de Hustai, a unos cien kilómetros al suroeste de Ulan Bator. Llevaba en la mochila tres libros. El primero, El arco y la lira, de Octavio Paz. El segundo, la obra ensayística de R. W. Emerson. El tercero, escrito en un cuaderno con tapas de damasquino aún sin estrenar, comprado el verano anterior en Capadocia —literalmente, «la tierra de los caballos bonitos»—, acabó siendo este libro. [CJA]